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Los fantasmas de La Estación

Por Javier Raygoza Munguía

“Teníamos una hora libre y decidimos ir a la Estación, todavía no se metían los pescadores y estaba abandonada; nos quedaba cerca y además era emocionante meterse cuando estaba anocheciendo, además de que nos escondíamos del director, el Profe Teófilo Silva… Mucha adrenalina para nosotros entonces.” (Jesús).

Todos sabemos la historia de la estación de ferrocarril en #Chapala, ahora el imponente Centro Cultural González Gallo, conocemos la iniciativa del noruego Christian Schjetnan y que la construyó el arquitecto Guillermo de Alba; que luego de seis años dejó de funcionar a causa de las inundaciones del lago y que resultó obsoleta porque ya había más vías de comunicación en automóvil.Los entonces niños que iban a la secundaria J. Encarnación Rosas y la primaria que estaba enfrente y que se ubicaban más o menos donde actualmente está la planta de tratamiento, aprovechaban para aventurarse en las entrañas del edificio que alguna vez intentó revivir como casa club de lo que ahora es el Parque de la Cristianía allá por los años 60’s del siglo XX.

Entre higuerillas, huizaches y demás arbustos los chiquillos y otros no tanto, abrían la reja de la puerta principal (que se robaron varios años después unos fuereños “promotores culturales” que encandilaron y embabucaron a un inocente gobierno municipal de Chapala), y subían por la escalera a la segunda planta para saludar desde el balcón a los que estaban afuera. Olía a guano de murciélago.

“Meterse al viejo edificio en la noche, sí daba miedo… Cuando subía por la escalera y sentía cosas raras por la espalda… Me daba miedo voltear para atrás” (Arturo).

El edificio abandonado era un sitio ideal-según los fanáticos de hechos paranormales- para albergar fantasmas ya que ahí aseguraban que se escuchaban voces, pasos y veían sombras.Los escépticos hablan de que sonidos de antaño se quedan grabados en las paredes; así como la presencia de gente.

“A mí no me daba miedo y subí hasta la azotea por la escalera, que en la noche y con una veía se veía muy siniestra; sentía que Luis venía detrás de mí; yo me asomé para ver la laguna y luego corrí para bajarme y le cerré la puertita que daba a la azotea –Se va a cagar de susto- pensé y bajé en chinga corriendo por las escaleras… Entonces vi a Luis y Nacho fumando cerca de la reja… ¿Por dónde te bajaste? Le pregunté y me dijo que no había subido” (Armando)

La enorme finca de la estación fue testigo de los primeros besos robados o complacientes de adolescentes de la secundaria, que por las tardes aprovechaban para tranquilizar las hormonas.

“Yo le dije a Ceci que si caminábamos por la carretera saliendo de la secundaria, ella sabía que iríamos a la estación a darnos besitos… Teníamos como 14 años…

Nos subimos y nos fuimos a unos como cuartitos con puertas largas, cuando nos íbamos a meter oímos risas como del último cuarto… Y yo bien nervioso le dije a Ceci que mejor nos fuéramos.

Ella me dijo que venían también a lo mismo -Vamos a ver quiénes son-, me dijo y fuimos al cuarto.

No había nadie…” (Alfredo)

El hoy iluminado Centro Cultural González Gallo, desde su inauguración ha tenido mucha actividad que, suponemos, ha ahuyentado a los fantasmas y “malas energías” según los que creen en esto.Sin embargo algunos guardias de este importante centro cultural han asegurado que se escuchan cosas extrañas y sienten cosas raras por la noche. ¿Ustedes qué piensan?

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