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Una de vaqueros

Javier Raygoza Munguía

Ahí estaba yo, comiendo mis palomitas a puños por la ansiedad viendo cómo la muchacha se escondía de Michael Myers (1) que la acechaba para asesinarla…
Todos los espectadores estábamos en silencio, ni siquiera los que comían garapiñados hacían ruido con su molesta bolsa de celofán. De pronto aparece y nos hace gritar a todos. Yo aviento mis palomitas del susto y se me tira la mitad, luego sigue una risa de desestrés y no faltó quienes armaran una rechifla con mentadas de madre…

He preguntado a varias personas que tuvieron el privilegio de vivir el cine en Chapala y nadie me comentó que hayan sufrido alguna experiencia paranormal, salvo que alguna rata les pasó por los pies, que les cayó un cigarro en la cabeza, que encandilados se sentaban encima de alguien o se iban hasta el suelo porque no había asiento o que los cachó Manuel Tamayo haciendo travesuras. Y si llegué a escuchar quejidos misteriosos que pudieran asustarme en la total oscuridad de , no venían precisamente de ultratumba, sino su origen era más erótico y terrenal.


Dice el mito que el primer cine que existió en Chapala fue a finales de los años 20’s y que un señor llamado Luis Cuevas Reyes había conseguido un proyector y pasaba películas mudas.


Se cuenta que Don Luis era dueño de la planta de luz eléctrica y tenía un molino de nixtamal, donde les vendía a sus clientes boletos para que asistieran a ver las películas que se proyectaban.


Se ubicaba este cinematógrafo al lado norte del hotel Nido, en donde fue posteriormente el hotel Niza. (2)
Algunos cuentan que a media cuadra de la calle que hoy es J. Encarnación Rosas había un cine improvisado cubierto con costales de harina contaba con galerías, sus asientos eran tablones de madera y cobraban 10 centavos, luneta general; tenía sillones de madera y luneta preferente contaba con sillones acojinados muy de la época. Era el primer cine sonoro y propiedad de un señor llamado Pancho Oliva, hasta tenía boletera, la señorita Bernardina Ortega Siordia y la esposa de don Pancho los recogía en el ingreso. Pomposamente se llamaba Cine Progreso.


Aunque no he podido conseguir la fecha, podemos datar este cine ya que se exhibieron en ese local “Allá en el rancho grande” (1936) y “Cuatro milpas” (1937).


Dicen que don Ramón el nevero, aparte de vender su nieve, aprovechaba para “anunciar con una bocina de vitrola los precios y películas que se exhibían, era acompañado por Ramón (cuñado de Carlos García Padilla “El Cali”), quien bailaba y portaba un cartelón grande, frecuentemente venía la banda de música de San Juan Tecomatlán para amenizar el convite”. (3)


Cabe destacar que el señor Oliva le vendió a don Jesús González Miranda “El Chorchas” un aparato para cine mudo de juguete, descompuesto, el cual reparó y en el año de 1933 en una casa ubicada enfrente del mercado, que le facilitaban para ese fin, dio su primer función con la película “El hombre y la mujer”, después exhibió “Tarzán de los monos” (1916).


La euforia cinematográfica estimuló a don Luis Ortega Aguirre y construyó una sala con ocho postes de madera que fueron de la vía del tren y cubierto con tejamanil por la calle Juárez (frente a la casa que era del doctor Juan Sánchez Calzada). Le llamó Cine Nacional.


Don Luis sacaba por las calles de Chapala un convite para competir con el Cine Progreso y la atracción era una banda de música y un payaso que le decían “El Viejo”; sin embargo no le funcionó el negocio y lo cerró, para regocijo del dueño del otro cine, pero tampoco le duró el gusto, ya que el 5 de mayo de 1939 se inauguró el Gran Cine Chapala.


El mito dice que un señor llamado Juan Enciso vivía en los Estados Unidos, en donde según se decía, tenía una cadena de tiendas en el Estado de California, y que en aquel lugar pidió ayuda para construir un hospital en Chapala, argumentando que la gente se estaba muriendo de hambre y le regalaron una gran cantidad de llantas para vehículos, las vendió en Guadalajara y con el dinero construyó el cine Chapala, en terrenos propiedad de su padre don Gil Enciso en la calle 5 de Mayo No. 231. Poco después se le cambió el nombre a Cine Edén. En 1970, Juan Enciso vendió el cine a don José Montes, dueño de la cadena de cines Montes.(4)


Recuerdo el cine con butacas de madera en la parte de abajo y en balcón o gayola, eran bancas de madera, luego cerró para su remodelación y cuando se abrió, instalarona unas butacas verdes cómodas y arriba se llevaron las de madera.


Dentro del cine se fumaba, se comía lonches, tostadas, papas, palomitas, cacahuates, pellizcos, dulces y Pepsi, el refresco ideal de los malosos que se aventaban unos eructos de antología, aunque no faltaban aquellos prosaicos que en las escenas de amor se soltaran un sonoro pedo y las mentadas de madre no se hacían esperar…


El Cine Edén fue mudo testigo de los primeros y castos besos y de las primeras y tímidas agarradas de las glándulas mamarias… Eso dice el mito.


Lo que más extraño del cine es que nunca faltaba el clásico grito de alguien abriendo las cortinas para entrar a la sala “¡Ya llegué!” y la respuesta de todos era “¡Pos chinga tu madre!”..

Fuentes
https://en.wikipedia.org/wiki/Halloween_(1978_film)
https://www.youtube.com/watch?v=pWmW2iVNKOY
www.chapala.mex.tl
1,2,3,4 El Comercio en Chapala Armando Hermosillo Venegas
Archivos de PÁGINA Que sí se lee!

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