● El libro hace un revisión de los muralistas a partir de los inicios del movimiento en 1920 hasta la década de los 80
Los andamios de la memoria. 100 años de muralismo en Jalisco, es el título del libro editado por el Gobierno del Estado de Jalisco a través de la Secretaría de Cultura, compuesto por textos inéditos y originales, sobre las diferentes etapas y artistas del Muralismo en Jalisco, el cual fue presentado ayer viernes 17 de marzo, en el Museo Cabañas, en el marco de los festejos conmemorativos por el centenario del Muralismo Mexicano.
En el evento estuvieron presentes Enrique Ibarra Pedroza, Secretario General del Gobierno de Jalisco; Lourdes González Pérez, Secretaria de Cultura del Estado; Susana Chávez Brandon, Directora del Museo Cabañas; Daniela Gutiérrez Cruz, coordinadora editorial del libro y Sofía Anaya Wittman, una de las autoras del libro.
Lourdes González, señaló que para esta publicación “nos dimos a la tarea de abordar este movimiento desde una perspectiva más diversa e incluyente, considerando la participación de investigadores, escritoras, diseñadoras y editoras, de formaciones y procedencias muy distintas. Nos propusimos todavía una tarea más compleja, si el muralismo fue un movimiento donde los protagonistas fueron los hombres y su perspectiva, la exclusión de las mujeres debía estar puesta en la mesa”.
Además la Secretaria de Cultura agregó que Los andamios de la memoria. 100 años de muralismo en Jalisco, “tiene los elementos necesarios para convertirse en un referente, para el estudio de los inicios del movimiento muralista en México y es una invitación a continuar explorando las aristas y ángulos del muralismo en Jalisco.”
El libro está dividido en cuatro núcleos temáticos. El primero lleva por título “Centro y Periferia. El inicio del Muralismo en Jalisco”. En esta sección se abordan los albores del movimiento de la década de 1920 a 1935. Se parte de las redes de actores políticos y artistas en torno al Centro Bohemio y el Olimpo House, semillero de pintores que entraron en contacto directo con las vanguardias europeas y el muralismo de la Ciudad de México, de quienes aprendieron las técnicas y materiales.
El segundo núcleo: “La obra portentosa. José Clemente Orozco en Guadalajara”, está centrada en los frescos que Orozco pintó en el Paraninfo universitario, en el Palacio de Gobierno y en el Hospicio Cabañas. Los murales de Orozco en Guadalajara son reconocidos a nivel internacional, pues en cada pincelada se nota la madurez filosófica, que volcó en los temas representados, así como en el dominio técnico.
En el tercer núcleo “Continuidad y ruptura. La segunda mitad del siglo XX”, se hace una necesaria revisión del periodo con más producción muralística en el Estado. Entre las décadas de 1950 y 1980, los artistas entraron en diálogo directo con los proyectos arquitectónicos modernos bajo el modelo de la integración plástica, pero con diferencias y contrastes de los grupos más conservadores. En esta sección destacan Gabriel Flores, Guillermo Chávez Vega, Atanasio Monroy y los integrantes del Centro de Arte Moderno.
El último núcleo “Presencias y ausencias. Las últimas décadas”, está dedicado a los muralistas menos estudiados como Luis Valsoto, Martorrev o Antonio Ramírez, así como los producidos por diversos pintores en Tequila, Lagos de Moreno o Tuxpan. También se dedica un texto a la preocupante ausencia de mujeres muralistas, que dan constancia de las estructuras hegemónicas del patriarcado en la práctica artística del muralismo, quienes, de manera contradictoria a sus demandas visuales por la injusticia y la desigualdad, consideraban a las mujeres artistas incapaces de pintar murales. Artistas como María Izquierdo (en la Ciudad de México), Irma Serna, Myra Landau y Marta Palau, son algunas de las pocas mujeres que vivieron el intrincado camino del muralismo en Jalisco.