Por Cristina Flores
“La Presidencia Municipal fue mi segunda casa por 33 años, ya que en ese lugar me desempeñé como escribiente, secretario del juzgado y presidente municipal.
Fui presidente por casualidad ya que nunca fue mi intención serlo. La vida me puso en esas circunstancias e hice lo mejor que pude con los pocos recursos que en esos tiempos ejercía el ayuntamiento”.
Nací el 3 de mayo de 1929 en Chapala, Jalisco, fui el primogénito de la familia Cerda Arciniega. Mis padres fueron José Cerda Venegas y Cecilia Arciniega Huerta. Tuve cuatro hermanos: Luz María, Cristina, Guillermo y Arnulfo (El Apa).
Mi padre era agricultor y ejidatario y desde pequeño me enseñó a sembrar la tierra y a ordeñar las vacas. Estudié hasta segundo año en la escuela del padre y los cuatro años restantes en la escuela de gobierno. Al salir la primaria me dediqué de lleno a ayudarle a mi papá.
El Chapala en que yo me crie era muy diferente al de ahora. La Villa de Chapala era relativamente chica ya que la calle que la delimitaba era la Degollado, era el Chapala en que todos nos conocíamos.
Desde los diez años me gustó jugar futbol, jugaba en el equipo “Juvenil Alianza” y en el “Atlético” (del Señor Cura Raúl Navarro). Todo mi tiempo libre lo dedicaba a ese deporte.
Cuando tenía doce años mataron a mi papá y nos quedamos huérfanos, así que mi mamá se vio en la necesidad de trabajar cociendo ropa ajena. Tres años después buscando mejorar nuestra vida, mis hermanos y mi madre emigraron a los Estados Unidos mientras yo, por ser el más grande, me quedé para seguir trabajando la tierra y cuidar los animales.
Afortunadamente mis abuelos maternos me dieron alojo en su casa y mis tíos y mis primos me ayudaron con las faenas del campo. Por esos años entré a trabajar en la oficina del correo y telégrafo en la ciudad de Guadalajara y después en La Barca, Jalisco.
Meses después me invitaron a trabajar en el juzgado de Chapala como mozo de oficios, para luego ser ascendido como escribiente (por 6 años) y unos años más tarde ser nombrado secretario (por 25 años). Por esos años el juzgado se encontraba en el segundo piso de la presidencia municipal (ahora Centro Cultural Antigua Presidencia).
Antes en la presidencia sólo estaban las oficinas del presidente, el tesorero, el juzgado, el ministerio público, la notaría el registro civil y por supuesto la cárcel.
Aquí debo hacer una pausa para remontarme a la edad de quince años cuando conocí, a quien después sería mi esposa, María Guadalupe Raygoza Ibarra, quien era oriunda de San Nicolás de Ibarra y que en ese entonces tenía sólo 13 años de edad. Además de quedar prendado de su extraordinaria belleza física, me enamoró su bondad a tal grado que la cortejé y fuimos novios por 14 años. En un tiempo ella se fue a vivir a Torreón y hasta allá fui a seguirla. Yo creo que el haberme casado con Lupe ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida ya que fue una mujer ejemplar a quien le debo 76 años de felicidad y estabilidad familiar.
La familia creció al llegar nuestra hija Martha, quien a su vez nos ha bendecido con dos nietos: César Octavio y Marlene Edith, los dos profesionistas dedicados a la odontología como su mamá.
Mi esposa siempre fue muy trabajadora; en su tiempo vendió oro y puso una tienda en la esquina de Juárez y López Cotilla, ella con las utilidades que sacaba compró esa propiedad que hasta la fecha es nuestra , ahí están los consultorios de mi hija y mis nietos , además de algunos locales.
En 1974, siendo secretario del juzgado, fui invitado por el Partido Revolucionario Institucional a contender por la presidencia municipal de Chapala, la cual gané y encabecé de 1974 a 1976. En ese entonces como presidente ganaba 4 mil pesos mensuales.
Aunque el municipio de Chapala era relativamente pacífico los delitos más frecuentes eran homicidios, robos y secuestros. No había cárteles ni narcotráfico.
Como comenté antes los recursos con que se contaba para hacer obra pública eran mínimos y aun así se pudo construir en Chapala la Unidad Deportiva y la escuela federal y en Ajijic el Auditorio de la Ribera (con el apoyo de los extranjeros) y la plaza de toros.
Después de terminar el trienio me regresé a mi puesto de secretario y al cumplir los 33 años de servicio me jubilé.
Actualmente tengo 92 años, desgraciadamente hace 2 años mi esposa murió a los 89 años de edad. Me quedan mi hija y mis nietos que siempre están al pendiente de mí. Me siento afortunado de haber vivido una buena vida, con una extraordinaria mujer que supo administrar y sacar adelante nuestra familia.
No me puedo quejar, la vida me ha tratado bien a pesar de haber quedado huérfano tan chico. Ojalá que Chapala siga mejorando, yo le veo mucho potencial, lástima que la actual pandemia vino a desacelerar el crecimiento nacional y mundial.
Yo me quedo con mis recuerdos cuando Chapala era un verdadero paraíso, donde todos nos conocíamos y éramos amigos y en donde las rivalidades las teníamos sólo en la cancha de futbol y al terminar el juego todos seguíamos tan cuates y amigos como siempre.