Javier Raygoza Munguía
Que el diablo se le apareció a una muchacha cuando salía de la Pantera Rosa, que una joven bailó con un hombre muy galán y al salir con él de la Pantera Rosa, se dio cuenta de que era el diablo; estas son un par de versiones de las cientos que hay sobre el tema.
Donde ahora se ubica Plaza Las Palmas, hace mucho tiempo, allá por los años sesentas, estaba el Balneario Las Delicias, que tenía una alberca grande con trampolín y otra para niños, además de vestidores y privados con pequeñas albercas de agua termal, más o menos donde ahora se encuentran actualmente los locales.
Años después a principios de los años setentas, Héctor Reyes Grazziano rentó el lugar y techó la alberca chiquita, la de los niños y lo convirtió en pista de baile, respetando un árbol de mango que estaba en medio de la alberca. Acondicionó espacios para hacer una cocina. Y así nació La Panera Rosa, poco tiempo después se incendió la cocina y Héctor rescató a la cocinera, sufriendo graves quemaduras.
La Pantera Rosa tuvo su época, fue el lugar por excelencia de los jóvenes ribereños y de los que venían desde Guadalajara a bailar con música en vivo interpretada por grupos locales y de la ciudad. Se escuchaba a Santana, a Los Ángeles Negros, etc.
Eran tiempos de la FEG, de pantalones acampanados y greña larga; los nombres de Pelacuas, Félix Flores Gómez y otros, a los locales no significaban nada.
El dominio espiritual y político en Chapala estaba controlado por el cura y los caciques locales.
“La Pantera” como se le conocía coloquialmente, era una seria competencia como negocio de fin de semana y por el lado religioso, los pleitos afuera del lugar y el “envenenamiento de la juventud a donde acudían estudiantes comunistas de la universidad, era una puerta directa al infierno”. Así que era lógico que se apareciera el diablo.
El rumor de la supuesta aparición y hasta publicada por un medio impreso amarillista, se metió en algunos hogares de Chapala; y los padres de familia y el sacerdote aprovecharon desde el púlpito y la mesa del comedor para infundirles el miedo y persuadir a la descarriada juventud de que no acudieran a ese centro de perdición; sin embargo, la Pantera Rosa se hizo mucho más popular y concurrida.
Héctor Reyes Grazziano, años después comentó a su servidor que él mismo había inventado y corrido el rumor de la aparición y que sólo lo había dicho para que lo escuchara ciertas gentes que sabía que lo iban a difundir.
El motivo del rumor -según su propia versión salida de su boca-, los caciques de entonces le mandaban gente a que provocaran pleitos y había mucho hostigamiento hacia su negocio y también por parte de la jerarquía católica local con chismes y mitotes. «Me boicoteaban mucho» dijo.
No tengo la fecha de la supuesta aparición, tampoco tengo el recorte del periódico donde se comentó sobre el tema, pero sí tuve la oportunidad de escuchar el origen del rumor contado por el propio autor.