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La del estribo

Javier Raygoza Munguía

Según el catolicismo una de las obras de misericordia es dar de beber al sediento; y en el municipio de Chapala como lugar turístico, cumple de sobra con esa noble labor, ya que tiene exceso de establecimientos que ofrecen ese líquido vital a que alegra el espíritu y el corazón.

Chapala ha tenido cantinas y bares célebres, que marcaron época, como el Bar Saturno, Los Lobos, El Gato Negro, Los Equipales, la cantina de Don Manuel, Los Caballos Locos, entre otras más que aun continúan o han desaparecido.


Hay un antecedente de 1875 donde una señora llamada Porfiria Jaramillo es propietaria de una cantina, así como Marcos Hernández es propietario de un giro comercial cantina y que en 1896 solicita al director político del departamento de Chapala, se le expida licencia para establecer una pequeña cantina en el barrio nombrado de Santiago en el cuartel 4º, manzana 2ª, calle del Agua Caliente número 53.


Dice el mito que el 30 de noviembre de 1903, Francisco Olivero encargado del hotel Arzapalo participa a la tesorera municipal Ángela Moreno, que con fecha 13 de enero se estableció en el interior de dicho hotel, el servicio de cantina es destinado exclusivamente para los pasajeros y huéspedes.
Un señor llamado José Luna, en 1905, clausura una cantina llamada Reforma que tenía establecida en la esquina de las calles San Miguel y Pesquería.


Quién sabe cómo eran las cantinas en aquel Chapala de antaño porque el 24 de enero de 1930 el presidente municipal de Chapala Dr. José Herrera Barajas ordena a Alberto M. Arias, que “en término breve establezca un mingitorio en su cantina, a efecto de que los concurrentes a ella no sigan dando el inmoral espectáculo de orinarse frecuentemente en la vía pública”…


En ese mismo año pero el 28 de marzo, Ramón Nido hace la apertura del giro comercial de cantina, que se ubica en el interior del Hotel Nido.
En aquel tiempo en Chapala ya hay salones, cantinas y bares, donde Filiberto Pantoja y Enrique Camarena tienen su cantina y J. Jesús Cuevas, cantina pero sin billar.


En 1932 Maximiliano Ramos tiene una cantina en la calle López Cotilla número 135.


Se dice que Manuel Martínez tenía una cantina y billar en el número 17 de la calle Hidalgo, cuartel 2º, manzana 1ª, pero la cerró en mayo de ese año.
Gabriel Lozano tuvo una cantina hasta 1934 por la calle Juárez número 45.


María Mendoza tenía una cantina “en pequeña escala”, ubicada en el cruzamiento de las calles de Juárez y Degollado, acera que ve al oriente y también norte.


El 30 de abril Filiberto Pantoja clausura su cantina y billar, que tenía ubicado en la esquina de las calles de Galeana y Morelos, cuartel 2º, manzana 2ª.


El 10 de mayo Catalina Balcázar Huerta pone al servicio del público un giro comercial de cantina con expendio de cerveza, el cual se ubica en la esquina de las calles de Galeana y Morelos, manzana 2ª del cuartel 2º de esta villa.


Bernabé Ortega, en 1938 es propietario de un giro comercial de cantina, el cual se ubica en la esquina de las calles de López Cotilla y Juárez.
También José Beltrán es propietario de una cantina, que se ubica en el cruzamiento de las calles de Degollado y Juárez.


El 29 de julio de 1939, Cristino Salcedo que tiene en explotación un giro de cantina, ubicado frente al lago.


Iniciando el año 1940, Esteban Valdez Cota recibe en traspaso de Tomás Ramírez, el giro comercial de cantina, que se encuentra situado en el cruzamiento de la calle 5 de Mayo y López Cotilla.


El 20 de enero Gabriel Real clausura su giro comercial de cantina que tenía establecido pero cuatro días más tarde, María Guadalupe Moreno la vuelve a poner en servicio con el giro comercial de expendio de bebidas embriagantes y se ubica en la casa número 440 de las calles Zaragoza y López Cotilla.


El 25 de enero, Antonio Raygoza clausura el giro comercial de cantina, que tenía establecido en el cruzamiento de las calles de Juárez y Degollado.
Y el 1 de febrero, Pedro Serna abre al servicio público un giro comercial expendio de bebidas embriagantes, que se ubica en la calle Morelos número 248.


Ese mismo día, Andrés Alcántar abre al servicio público un giro comercial de cantina que se ubica en la esquina de las calles Juárez y Degollado.
En 1941, el 7 de enero, Félix Alcántar establece un giro comercial de cantina, que se ubica en la casa número 329 de la calle López Cotilla.
Luis y Roberto Cuevas Pimienta el 9 de enero establecen un giro comercial de cantina, en la casa número 204 de la calle Madero.


Y puertas más adelante, Ignacio Cuevas establece un giro comercial de cantina, que se ubica en la casa número 207 de la calle Madero.
El 11 de enero Luis Ortega Aguirre establece una rockola en el establecimiento de cantina, que tiene en explotación en el cruzamiento de las calles de Juárez y Morelos.


El 10 de mayo Ángel González Martín adquiere en traspaso del señor Ramón Carrillo el giro comercial de cantina o expendio de bebidas alcohólicas, que con el nombre de “Salón Corona”, que se encontraba establecido en la casa número 413 de la calle Galeana, cruzamiento con la de Morelos, manzana 1ª del cuartel 20.


El 1 de septiembre María Guadalupe Moreno Robles abre al servicio público un giro comercial de cantina, que se ubica en la casa número 416 de la calle Manzanillo.


Y el 11 de septiembre, Antonio Raygoza Gálvez abre al servicio público un giro comercial de cantina, que se ubica en la casa número 270 de la calle Juárez.


Juan Macías abre al servicio público un giro comercial de cantina el 1 de noviembre, que se ubica en el local número 350 de la calle Juárez de esta villa.


Dice el mito que la calle López Cotilla, se llamaba San Miguel y por un tiempo se le conoció como la Luz del Día, porque sobre ella hubo una planta que suministraba energía eléctrica para la población, a principio de los años 40’s un señor conocido como “El Flaco Mata” puso una pequeña cantina en la esquina de López Cotilla y 5 de Mayo en una de la serie de casitas iguales, propiedad del señor Alberto Herrera.
Dice el mito que algunas casitas de estas en los años 20’s y parte de los 30’s fue la zona roja de Chapala, es decir, la cuadra entre la calle 5 de Mayo y Zaragoza.


En 1949 el señor José Guijarro Solís “El Sordo” adquiere la cantina y la bautiza con el nombre de “El Fortín”, en su interior tenía como barra un cajón grande de madera y la contrabarra eran cajas vacías de jabón marca Minakata.


El 20 de agosto, el tesorero municipal Rafael Cuevas García fija a la señora Reynalda Solís G. (madre de José), un plazo de dos días para que presente su giro comercial de cantina, apercibiéndole que de no hacerlo se le sancionará de acuerdo a las ley.
El señor Antonio Raygoza conocido como “El Gavilán” compra la cantina, y la bautiza como su apodo, es decir “El Gavilán” pero las condiciones del local y mobiliario siguieron siendo las mismas.

Más o menos tres años después, le traspasa la cantina a Lucio García Bañuelos “La Descolada”, éste la trabaja poco tiempo y la cede a Manuel Ornelas quien pasa la estafeta a los socios Roberto Jiménez Rocha y Pedro Ramírez Torres, estos la tuvieron por tres años y luego la venden a Francisco Gálvez Barajas “El Pitillo”.


El 26 de junio de 1959, Quico Gálvez con un capital de 600 pesos hace la apertura de un nuevo Gavilán; transforma el lugar, cambia totalmente el mobiliario le pone una sinfonola, contrata como cantineros a Reynaldo Ibarra y Nacho Grana.
Establecen servicio de botanas sábados y domingos y los lunes ofrecen caldo michi y barbetas (bagres) dorados, lo que de inmediato atrajo a la clientela.


Dice el mito que por esa época se compraba 20 cajas de tequila El Tequileño y 10 cajas de Bacardí Carta de Oro cada quince días, además de otros marcas de este vital y necesario líquido, que con frecuencia era insuficiente.


Dentro de los mitos y anécdotas de cantina de ese tiempo se cuenta que durante toda una semana el trío “Los Dandys”, fue contratado por un hombre especialmente para conquistar… a otro hombre. El célebre trío propició que desde a temprana hora hasta cerrar sus puertas estuviera el antro lleno a reventar.


El año de 1970 Francisco Gálvez cierra una página en la historia del Gavilán y vende la cantina a José Díaz Sosa, quien dura poco tiempo con el negocio.


Entonces lo adquiere el 28 de junio de ese mismo año Álvaro Alcántar Beltrán, “Callejas”; se dice que hizo una ruidosa y concurrida inauguración, y logra poner al bar en las preferencias de los adoradores de Baco.


Ahí por muchos años se dieron cita personalidades políticas, grillos, profesionistas, industriales, deportistas, propietarios de grandes comercios, artistas, albañiles, heladeros, boleros, etc.; y a juicio de muchos, era el bar o cantina preferida; hasta que Álvaro Alcántar se retiró… y “El Gavilán y sus anécdotas pasaron a la historia… y la mayoría de los parroquianos mexicanos y extranjeros habituales clientes, emigraron a otras cantinas como El Gato Negro y los Equipales, principalmente.


Hoy en Chapala, los fines de semana, los malecones y algunas calles y avenidas se convierten en cantinas al aire libre (en cualquier trienio de cualquier color) y hay opciones de comprar alcohol en cada esquina del municipio y consumirlo en la plaza principal, en la banqueta, enfrente de la Presidencia Municipal y se sustituye la rockola por la infame música de banda y narcocorridos de los estéreos de los autos del infelizaje en la calle a todo volumen ante los oídos sordos de las autoridades de cualquier trienio de cualquier color.


Dice el mito que en una cantina muchas veces se ha decidido al candidato, la traición al partido, la estrategia a seguir en la campaña, las alianzas de poder y los hilos para mover a los títeres políticos del municipio…


Y si tienen duda, esto lo podemos discutir, debatir, cuestionar, negar o afirmar con una cerveza bien helada… Salud.

Fuentes:
https://difiere.com/la-diferencia-bar-cantina/
www.chapala.mex.tl
www.paginaquesiselee.com
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Esta entrada tiene 2 comentarios

  1. Cesar

    Hola, saben en donde fue tomada dicha foto? Cordiales saludos a todo su equipo.

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