Javier Raygoza Munguía
A continuación presentamos un relato del Cura Julián Martín del Campo donde el entonces alcalde de Ocotlán, Antonio Ximénez envía al Gobernador de Jalisco Joaquín Angulo, sobre un acontecimiento relacionado con la pareidolia, fenómeno psicológico donde creemos ver figuras o rostros, principalmente religiosos.
El día 3 de octubre del año 1847 el Alcalde de Ocotlán, Señor Antonio Ximénez, hombre impío y descreído hasta entonces, escribe un oficio dirigido al Gobernador del Estado del que tomamos lo siguiente:
“Excelentísimo Señor:
“Ayer, sábado dos del corriente a las 7 y media de la mañana se sintió en esta población un fuerte terremoto que duró más de cinco minutos, no habiendo, sin embargo, ocasionando ninguna desgracia. La repetición fue terrible y acaeció entre nueve y diez de la mañana, quedando en un momento todos los edificios de esta población, unos en tierra y otros enteramente arruinados o en peligro inminente de caerse.
“Hasta ayer los muertos encontrados entre las ruinas ascendían a 46 personas de ambos sexo y diversas edades, y ahora no puedo saberse con certeza el número de lastimados y heridos que por milagro escaparon de la destrucción.
No sólo este pueblo sufrió tal desgracia, sino lo mismo acaeció en todos los demás lugares de la municipalidad.
Todo fue terror y espanto, y más cuando del monte se desprendía peñascos y las fieras aullaban espantadas.
“Hoy en la mañana, Excelencia, 24 horas después del desgraciado acontecimiento, se ha visto entre Poniente y Norte, figurando entre dos nubes, la imagen perfectísima de Ntro. Señor Jesucristo Crucificado, que duró media hora: en cuyo tiempo más de 1,500 personas que estaban en la plaza se arrodillaron, haciendo actos de contrición y pidiendo a gritos misericordia al Señor…”
“De las Ruinas de Ocotlán, 3 de octubre de 1847.
J. Antonio Ximénez.”
Y el marco histórico de este acontecimiento es que las costumbres y la fe en ese lugar habían degenerado a tal grado que Dios mandó el terrible castigo que aquí se indica; y a la hora de la aparición del Señor en el cielo el día tres, en dirección y sobre el Lago de Chapala, estaba reunida toda la población en el Atrio de la Capilla de la Purísima y se empezaba a celebrar allí la Santa Misa para pedir a Dios Misericordia.
Duró tanto la visión del señor en el cielo que un pintor tuvo tiempo de tomar un bosquejo del mismo en un cartón.
Después, se hizo de talla la imagen del Señor que se venera actualmente en la parroquia, de acuerdo con los rasgos que vieron más de dos mil personas.
Todavía hace pocos años quedaban testigos de vista, que lo contaban temblando y con lágrimas en los ojos”.
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