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Historia de una viuda negra

(De las muchas que hay en la ribera de Chapala)

Javier Raygoza Munguía

Socorrito Rodríguez Guijarro, mejor conocida por todos chapalenses como Socorrito Lapine, pasó a la fama internacional como la Viuda Negra de Chapala, por supuestamente haber matado a sus maridos, cobrar seguro y fingir su muerte.

Se dice que nació el 15 de octubre de 1939 en Guadalajara. Vivió su infancia en Chapala y también cursó la primaria, estudió en la academia comercial INCA para secretaria, pero terminó sus estudios en Tepatitlán. Cuando regresó a Chapala después de tiempo, con la novedad de que sabía corte y confección y que había estudiado en Apizco, Tlaxcala.

En aquel tiempo solicitó trabajo en el supermercado “La Viuda” de Gustavo Sánchez y ahí trabajó en la caja, como en ese tiempo Chapala tenía mucho auge turístico y los gringos con billetes abundaban.

Ahí en el súper, que se ubicaba por la calle Hidalgo –enfrente de la entonces Banca Serfín y hoy Santander- Socorrito se hizo notar ya que hablaba muy bien el inglés y el francés.

En 1965 se casó con Douglas Peter Lapine Burgues y pasó de ser Socorro Rodríguez a Socorrito Lapine, como siempre la conocimos en la ribera de Chapala.

En 5 años de matrimonio, procreó tres hijos. Probablemente pudo haber tenido más pero quedó viuda un domingo 6 de mayo de 1970.

Como sabía coser ajeno, se metió de lleno en ese trabajo, ya que en ese tiempo Chapala no tenía costureras de la “alta” y Socorrito Lapine llenó ese vacío de la aristocracia pueblerina chapalense.

Con sus conexiones y simpatía, logró entrar al floreciente negocio de Bienes Raíces, más o menos por el año de 1978 y con su impecable inglés obtuvo el puesto de administradora en el Fraccionamiento Chula Vista y también el de Vista del Lago.

Se comenta que un señor llamado Thomas Bernard Brixon se fijó en la respetable y popular viuda y después de muchos paseos y cenas en Ajijic y Guadalajara se casó con él el 29 de abril de 1987 en la Capilla de Lourdes en donde asistió numerosa concurrencia gringa y unos pocos chapalenses.

Se fueron a vivir a Chula Vista y durante seis meses se la pasaron disfrutando entre fiestas y paseos, hasta que un día unos asaltantes los atacaron y los golpearon; el que salió más afectado fue el señor Brixon.

Las lenguas viperinas de Chapala aseguraron en ese entonces que supuestamente Socorrito mandó a que los asaltaran y que hasta permitió que le dieran unas cachetadas para que fuera creíble el robo. A consecuencia del asalto, decidieron mudarse a Guadalajara por la calle Efraín González Luna.

Casi doce meses después de haberse casado con Thomas Bernard Brixon, este murió porque no se pudo recuperar de las lesiones causadas por el asalto.

Los chapalenses se lamentaron de la segunda viudez de Socorrito Lapine (que siempre la llamamos así: Lapine). En su dolor, Socorrito vendió lo que le había heredado su segundo esposo.

En 1989 La viuda Lapine conoció a James Richard Piper y se casaron en el mes de abril. Ambos formaron una empresa y se trasladaron a Orange, California. Recuerdan algunos amigos de los hijos de ella que se alardeaban de tener un papá con mucho dinero. También cuentan algunos ribereños que el señor Richard Piper era un hombre atlético, bien parecido y saludable.

Un día Socorrito de visita a Chapala, entera a algunas personas que su esposo había muerto a causa de un accidente automovilístico que tuvieron en agosto.

Ella salió ilesa, pero él murió el domingo 18 de septiembre. El matrimonio duró sólo 5 meses.

La Viuda Lapine volvió a Chapala y le entró al negocio de Bienes Raíces de nuevo y volvió a su vida social entre fiestas de gringos y de alta sociedad de Chapala, aparte de comprar y vender antigüedades ya que su gusto, refinado de por sí, se incrementó con alguna visita que hizo a Europa cuando estaba casada con el señor Piper.

Cabe destacar que Socorrito Lapine, era muy solicitada y apoyaba a las instituciones vendiendo boletos para eventos de la Cruz Roja o de cualquier cosa que fuera de beneficencia pública o social.

Un día apareció un señor llamado Víctor Hugo Lapine Ingram, necesitaba un traductor y Socorrito Lapine se presentó ante él y fue contratada. La amabilidad y preparación de esta dama hizo que el señor Víctor Hugo Lapine, provocó que depositara él toda su confianza en la distinguida y chaparrita dama. Cabe destacar que se llamaban entre ellos “primos” por la coincidencia del apellido Lapine.

El 11 de junio de 1994, Socorrito acompañó al señor Lapine a Chapala, éste se enfermó muy feo y ella se lo llevó a su domicilio en Guadalajara para cuidarlo. El hombre murió y se comenta que dejó un testamento donde ponía a su “prima” Socorrito como beneficiaria de sus bienes muebles e inmuebles.

El testamento tiene fecha del 20 de mayo de 1993 y está firmado por él y por un testigo de Jocotepec.

También se cuenta que este señor compró dos seguros de vida; uno por 200 mil dólares y otro por 300 mil dólares para Socorrito Rodríguez Guijarro, viuda de Lapine, viuda de Brixon y viuda de Piper.

Más o menos, por el mes de mayo la comunidad ribereña se enteró de que Socorrito Lapine había fallecido de un ataque al corazón. Por curioso que parezca, y a pesar de ser tan conocida por todo Chapala, a su funeral sólo acudieron 6 personas.

Había un ambiente raro en el asunto, desde el funeral hasta la sepultura y dejaba desconcertado a amigos y conocidos.

Este desconcierto se aseveró aún más cuando se corrió el chisme de que no estaba muerta que le habían extendido un certificado de defunción para simular todo, que alguien la había visto en Guadalajara y en Estados Unidos.

Ante el peso de los rumores, las compañías aseguradoras investigaron un posible fraude y con el tiempo lograron sacar permiso de exhumación y tronó el cuete: Cuando abrieron el ataúd ¡No había nada! ¡Ni cuerpo ni esqueleto, ni gusanitos! Chapala estuvo en aquel tiempo en las primeras planas de los periódicos y los noticieros internacionales, se especuló que seguía viva… Hasta hubo chapalenses que aseguraban que la habían visto en Estados Unidos y en otras partes de la república.

Héctor Reyes, quien fue dueño de la Pantera Rosa, contaba entre risas que su amigo, el director de un coro, le agarró una vez el sentimiento y en estado etílico, le fue a cantar a su amiga a la tumba y sólo la ropa, las piedras y las tablas dentro del cajón escucharon el aguardentoso concierto.

¿Cuánta gente estuvo involucrada en el presunto fraude a las aseguradoras?

Nunca nos vamos a enterar, así como tampoco vamos a saber qué pasó con esta señora tan popular que sobrevivió a asaltos y accidentes, a varios maridos y falleció de un paro cardiaco, que la “enterraron”, pero no estaba muerta… Quizás andaba de parranda…

Fuentes:

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