Por Cristina Flores
El lunes 26 de diciembre, a las 12:00 del día, en la Parroquia de San Francisco de Asís en #Chapala, el Pbro. Juan Castañeda Contreras celebró junto con familiares y amigos, el 44 aniversario de haber oficiado su primera cantamisa en esta misma parroquia.
A sólo unos meses de cumplir 75 años de edad y después de 44 años de haber servido en infinidad de iglesias y comunidades, el padre Juan Castañeda ahora regresa a Chapala, su ciudad natal, para pasar los últimos días de servicio previos a su fecha de jubilación.
El 23 de junio de 1948 en Chapala Jalisco nace Juan, uno de los quince hijos procreados por el matrimonio formado por Jesús Castañeda García y Herminia Contreras Lomelí.
La familia que era de escasos recursos se dedicaba al campo, por lo que al llegar la hora de que Juan iniciara su primaria, por indicación del Señor Cura Raúl Navarro, fue inscrito en la escuela del padre, ahora llamada “Colegio Chapala”, la cual era administrado por monjas Carmelitas.
Por esos tiempos su familia vivía cerca de la Capilla del Carmen en el Barrio Nuevo, así que desde los seis, hasta los quince años, sirvió como monaguillo en la capilla de su barrio.
Por esos años era común que tanto las religiosas, como los sacerdotes chapalenses Francisco y Jesús Sanabria, así como el Señor Cura Raúl Navarro, alentaran a los niños del colegio a seguir la vocación sacerdotal, por lo que varios de sus amigos antes que él, se fueron al Seminario Diocesano de Guadalajara en donde algunos, tiempo después desertaron y otros lograron terminar.
Entre los que fueron al seminario estuvieron: José Magaña, Ángel Martínez, Humberto Aguirre, Roberto Raygoza, Felipe García (de San Antonio) y Juan Castañeda. Cabe destacar que de todos los antes mencionados sólo se ordenaron Roberto Raygoza y el padre Juan.
Es importante referir que para la familia del padre era imposible costear su permanencia (por quince años) en el Seminario, por lo que después que terminó su primer año en la “Academia Comercial México”, varias personas se aprestaron a patrocinarlo.
Entre sus bienhechoras estuvieron las señoritas Elpidia Baeza, Virginia Martínez, la Nena Anaya y su hermano Ramoncito, Agripina Real e hijos y algunos tíos, entre otros.
Su ordenación sacerdotal se celebró el día 23 de diciembre de 1978, en la Catedral de Guadalajara junto con otros cinco compañeros. Su primera localidad a donde se le asignó fue Puente de Camotlán, municipio de la Yesca, Nayarit; luego se fue a Villa Guerrero Jalisco, para después de un tiempo regresar como Señor Cura a Puente de Camotlán a donde, en ese entonces, sólo se llegaba en avioneta y para trasladarse de una comunidad a otra se tenía que ir en burro o a pie y algunas veces cruzar por peligrosos puentes colgantes.
Zapotlán del Rey fue su siguiente destino, luego lo cambiaron a la iglesia de San Lázaro en el Cerro del Cuatro en Guadalajara, para después irse a la Iglesia de San José, esposo de María, cerca del Auditorio Benito Juárez; luego fue designado a la Iglesia del Espíritu Santo, después a San Gaspar de las Flores, para años más tarde regresar de nuevo a Villa Guerrero.
Su siguiente destino fue el Rosario, Nayarit; después regresó a Guadalajara a la Iglesia de Nuestra Señora de la Esperanza en donde se quedó por once años.
Cabe destacar que cuando se es vicario regularmente la estadía en cada comunidad es de tres años y de seis cuando ya se es señor cura, aunque a decir verdad las altas autoridades eclesiásticas son quienes tienen la última palabra.
El padre recuerda con emoción la ocasión en la que viajó a Roma, junto con otros compañeros que, al igual que él, celebraban sus 25 años de ordenación y en donde pudieron estar cerca del Papa Juan Pablo II.
El padre desearía que más gente se acercara a los templos a escuchar la palabra de Dios y a recibir los sacramentos, ya que recuerda con nostalgia como hace años, los viernes primeros, se formaban alrededor de 300 fieles para recibir la confesión y comunión, pero ya con el paso de los años esta cantidad ha ido disminuyendo en forma considerable, por lo que cree que hay que trabajar doblemente para que la gente sepa que las puertas de la iglesia siempre están abiertas para recibirlos.
Estando consciente de que estaba a sólo unos meses de cumplir 75 años de edad, el padre Juan solicitó su cambio para empezar a promover su jubilación y qué mejor que ser enviado a su tierra natal para estar cerca de su familia y hermanas.
Como en la actualidad sólo le faltan seis meses para despedirse, laborará como sacerdote adscrito, apoyando y sirviendo en donde lo necesiten o donde se lo ordenen sus superiores.
Punto aparte es mencionar que el padre está tratándose médicamente de sus padecimientos de los riñones y el corazón.
Al preguntarle al padre ¿cuál ha sido su fuerte como sacerdote?, respondió: “Cada persona o sacerdote tiene su carisma, gracia o don, yo creo que mi carisma a lo largo de mi sacerdocio ha sido trabajar en la catequesis y la atención a los enfermos”.
Como mensaje final el padre Juan menciona lo siguiente: “El sacerdocio es un regalo de Dios para el pueblo, el sacerdote debe de estar siempre al servicio de las comunidades donde le toca servir, también quiero decirles que quiero mucho a Chapala, pues fue aquí donde pasé los años más felices de mi infancia yendo al manglar a comer mangos e ir a bañarme y a echarme clavados en el faro a las 6 de la mañana (antes de ir a misa)”.
“Les mando una bendición a toda la gente de mi Chapala añorado y también a los hijos ausentes que al igual que yo desean volver a su pueblo querido”.