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Socorro Pantoja Álvarez

Por Cristina Flores

En los años 70’s, por la calle Miguel Martínez en Chapala, había una paletería llamada “La Tropical” que estuvo atendida durante veinte años por la familia Pantoja Álvarez, en especial recuerdo a una muchacha güerita, sonriente y amable que se llamaba Socorro.

Ahora después de cincuenta años me la vuelvo a encontrar y por supuesto no perdí la oportunidad de platicar con ella para saber qué ha sido de su vida.

Como muchos chapalenses Socorro emigró a Los Estados Unidos en busca de nuevas oportunidades y aunque ha radicado en el Norte la mayor parte de su vida, no pierde la oportunidad de regresar a Chapala en busca de sus recuerdos y añoranzas.

La historia de Socorro inicia con su abuela materna Agustina Perales, quien era originaria del Barrio de Lourdes en Chapala y que buscando nuevas plazas para ejercer su oficio de vendedora ambulante llegó hasta Tampico, Tamaulipas donde conoció a Agustín Álvarez con quien procreó dos hijos: María del Carmen (mamá de Socorro) y Federico.

Pasado el tiempo la señora Agustina regresó a Chapala en donde fijó su residencia y crecieron sus hijos. Cuando su hija María del Carmen cumplió 16 años decidió casarse con Jesús Pantoja Núñez con quien procreó doce hijos: Javier, Ana María, José Luis, Juan Manuel, Guadalupe, Jesús, Filiberto, Gilberto, Socorro, Martha, Lourdes y Leticia.

Socorro, nuestra entrevistada de esta semana nació el 13 de noviembre de 1962 en Chapala, Jalisco. Estudió su primaria en la Escuela Ramón Corona y sus estudios secundarios en la Foránea No. 1.

La familia Pantoja Álvarez siempre vivió en la calle Miguel Martínez, frente a la casa de la familia De la Torre.

Cuenta Socorro que su papá era dueño del billar que estaba en la esquina de las calles Miguel Martínez y Zaragoza y que al venderlo compró la paletería “La Tropical” (ubicada en la casa donde vivían), además se compró un rancho que estaba en el Fraccionamiento Chapala Haciendas en donde sembraba y cosechaba frutas y hortalizas.

Socorro desde muy pequeña trabajaba en la paletería junto con sus hermanos, elaborando las paletas y tratando de ayudar lo más posible a su madre, quien era la encargada principal del negocio. Su papá además alternaba su trabajo con sus viajes a Los Estados Unidos a donde se iba a laborar por temporadas.

Cuenta Socorro que siempre le gustó el comercio por lo que desde niña se esforzaba porque las ventas subieran, así que además de vender las paletas en el local, también las vendía, junto con su hermano Beto, en el “Cine Edén”, en las escuelas primarias de Chapala y en la Plaza de Toros. Buscando aumentar sus ingresos, en el mismo local de la paletería, montaron una frutería en donde además vendían jugos, chocomiles, raspados y pan, el cual era vendido casa por casa. También vendían todo lo cosechado del rancho de su papá, como rábanos, pepinos, cilantro, etc.

De esa época Socorro recuerda cuando la laguna subió hasta casi llegar a las escaleras de la Parroquia de San Francisco de Asís, las serenatas en la plaza, las caminatas en el malecón escuchando la música de Mike Laure y su gusto por ir a bailar a la Discoteca “El Tubo” y a “La Pantera Rosa”.

Recuerda también con nostalgia cuando los organizadores del carnaval fueron a hablar con su mamá para que les permitiera salir de reinas y su respuesta negativa, ya que a ella no le gustaba que sus hijas participaran en esas cosas.

Siendo una jovencita de 17 años, aunque no estaba muy convencida, emigró a Los Ángeles California, donde ya residían algunos de sus hermanos. Su primer trabajo fue en una fábrica de bolsas para dama y a los cinco años optó por trabajar en cafeterías de grandes cadenas. A los veinte años se casó y tuvo a sus dos hijos: Frank e Iván Nájera. Al terminar esa relación se dio una nueva oportunidad en el amor con Víctor Ortiz y de esa unión nacieron tres hijos: Melissa, Steve y Victoria. Su trabajo en las cafeterías lo mantuvo por 35 años.

Una de las cosas de la que dice Socorro estar orgullosa es la de haberles inculcado a sus hijos el amor por México, ya que desde que eran pequeños los trajo a pasear por varios estados y ciudades de la República Mexicana, haciendo que les encante regresar periódicamente a vacacionar con sus propias familias que ya han formado.

Aunque Socorro ya tiene muchos años trabajando en Estados Unidos no ha perdido su gusto por el comercio, así que cuando puede, vende en su casa ricos raspados, además de mantener un negocio de venta de comida para fiestas en donde a petición del cliente prepara birria, pozole, fajitas, etc. hasta para 300 personas.

Ahora después de 53 años, Socorro dice no arrepentirse de haber tomado la difícil decisión de emigrar, ya que gracias a eso tiene una buena vida y una hermosa familia enriquecida con trece nietos. También afortunadamente aún vive su madre con 92 años en Los Ángeles, California, quien es la responsable de que Socorro esté de visita ahora en Chapala.

Resulta que unas semanas atrás Socorro fue a visitar a su mamá y le preguntó que qué quería que le regalara en su próximo cumpleaños y cuál va siendo su sorpresa al escuchar que Doña Carmen le pidió que, como regalo de cumpleaños, le prometiera que iba a venir a Chapala a traerle, de su parte, un ramo de flores a la Virgen del Carmen; promesa que Socorro cumplió gustosa después de que tenía cuatro años de no regresar a Chapala.

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