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José Luis García Zaragoza

Por J.R.M.

Quizás cuando Jose Luis García, en sus largos ratos de pulir, encerar y reparar los cascos de veleros -trabajo que ha hecho toda su vida- reflexiona mientras se quita de las cejas y la cara el polvo y pulimento, la gran fortuna de vivir en #Chapala donde formó una familia y un oficio sin competencia.

José Luis García Zaragoza, a sus 73 años, luce aun un aspecto delgado y jovial, probablemente debido a que practicó ciclismo por muchos años o el ejercicio de su oficio, o quizás la lija de agua se la pasa por la panza. No sé.

Esta ocasión que fui a saludarlo, estaba el mismo enorme portón de dos hojas y barcos empotrados en remolques esperando su turno; aunque siempre saludaba a Luis cuando pasaba en su bici o muy raramente en un vehículo remolcando un yate rumbo al Club de Yates de Chapala, estaba seguro de que ahí lo iba a encontrar.

Los olores de los aditivos, pintura, fibra de vidrio y aquel barco café con blanco y el casco verde que desde que lo conocí estaba construyendo, me remontó a años atrás, cuando mi hermano y amigos de la época, por un tiempo nos dio por ser ciclistas y Luis nos pintaba los cuadros, ajustaba las bicicletas y salíamos a rodar.

Entre cuadros de veleros y diplomas, me cuenta que es originario de Ixtlahuacán de los Membrillos; su padre fue miembro del Mariachi Águila, Don Leobardo García Ramírez y Josefina Zaragoza Enciso, su señora madre.

Fue el mayor de 9 hermanos y siempre se ha dedicado a la reparación de lanchas. Cuenta que inició con Don Pancho Padilla, el papá de Blas, Pancho y Tino Padilla y de él aprendió el oficio. Pese a que por todos lados estaba rodeado de música y músicos, no se le dio ese gusto.

Con el tiempo, se relacionó con muchas personas que posteriormente influyeron en él y por ser un buen aprendiz y bueno en su trabajo, fue invitado por una persona para trabajar por su cuenta. Con ética y lealtad, habló con Don Pancho Padilla sobre sus planes y luego de cerca de diez años, se independizó.

Del Ingeniero Jorge Oetling abuelo de la velerista olímpica Elena Oetling Ramírez aprendió el oficio de los barcos a otro nivel y le prestó el terreno donde ahora se ubica actualmente por la calle Guerrero casi esquina con Miguel Martínez en Chapala.

Cabe destacar que Luis lleva más de 4 décadas reparando lanchas, kayaks, veleros, etc., y es bastante conocido en la élite social del Club de Yates de Chapala, además de que es respetado y reconocido por su trabajo por las familias de rancios apellidos de Guadalajara.

Alguna vez se fue a Cancún por dos semanas a reparar un yate. Luis también es un excelente carpintero y en la casa de mi familia hay varios trabajos suyos muy bien hechos.

En el tiempo que lo conozco, no ha tenido ayudantes o aprendices constantes, siempre trabaja solo.

Miro el barco que, como les comenté, fui testigo desde que lo estaba construyendo y le pregunto que qué pasa con él. -Ahí vivo, es mi casa- me responde con naturalidad.

Creo que Luis García es el único habitante de la ribera de Chapala que vive en una embarcación que está en tierra.

-¿Y cómo llegaste a Chapala, desde Ixtlahuacán de los Membrillos?- le pregunto.

-Por un zorrillo…-

Resulta que su señor padre se iba y venía en bicicleta a Chapala, desde Ixtlahuacán para cumplir sus compromisos con el Mariachi Águila. Un día llegó apestoso a orines y encabronado; atropelló un zorrillo. Ese incidente lo decidió moverse a Chapala y así Luis, a los 8 años de edad cambió de residencia.

Siempre que visito a Luis en su astillero, lo encuentro encerando, puliendo, colocando fibra de vidrio, pintando, etc., nunca lo veo ocioso.

No creo que haya muchas personas en la ribera de Chapala que sepan de reparación de embarcaciones y muchas menos, que a causa de un zorrillo los llevó a ser excelentes en su oficio.

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